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agosto 17, 2016

“Hombre de barro” a bordo

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Ayer llegué a Dinamarca con mi colega Floris Bennema en tren desde Holanda, un largo y duro viaje en tren con muchos transbordos. Finalmente nos subimos en el último tren hasta la remota ciudad pesquera de Thyboron, a medio camino de la escasamente poblada península de Jutlandia, (Jylland), Dinamarca. Parecía que nos estuvieran esperando a nosotros, con unos pocos pasajeros más a bordo, para salir con el sol de la tarde.

Cuando nos estábamos acercando a nuestro destino nos aseguramos de pulsar el botón de la parada o si no podríamos habernos pasado de “estación”, ya que estaba indicada nada más que por una señal y una pequeña vereda que hacía las veces de andén.

El equipo de Oceana nos dio un cálido recibimiento: Hanna de Finlandia, Cecilia de Dinamarca y Claus, de Dinamarca aunque también habla holandés. El barco. Finalmente vimos el barco que parecía mayor y más impresionante que en las fotos de la página. Cansados y abrumados pero animados por los nuevos nombres y caras y las diferentes nacionalidades, todo prometía una aventura en este compacto barco islandés con una tripulación mixta de investigadores y buenas instalaciones para investigar los océanos gracias a Oceana. El barco partió inmediatamente nada más subir a bordo, una hora tarde.

Floris y yo somos daneses invitados a través de Stichting Anemoon en Holanda, investigamos el estado de la naturaleza y entornos marinos en la parte holandesa y danesa del Mar del Norte. Floris está especialmente interesada en las esponjas, mientras que yo estoy especializado en los moluscos. Registramos peces, artrópodos y demás, observamos la textura del fondo y Cecile y Hanna estudian las lombrices, ¡un asunto muy turbio! Por suerte me gusta ensuciarme las manos y me uní a ellos feliz. A bordo normalmente se habla en inglés, pero todos los días se oyen por lo menos 8 idiomas y dialectos, ¡una experiencia muy babilónica!

Las 21 personas a bordo deben enfrentarse al confinamiento y a la aparente complejidad de la distribución del barco. Lleva algo de tiempo encontrar el camino de vuelta a tu camarote, dando vueltas por todas las cubiertas de proa a popa en silencio porque siempre hay gente durmiendo debido a los turnos que tienen que cubrir las 24 horas. Es increíble ver como duerme, come y se asea todo el mundo con bastante comodidad, a pesar del confinamiento y de todas la tareas que cada miembro de la tripulación realiza. Es un estudio de comportamiento humano que, incluso habiendo estado solo un día, muestra la habilidad de la gente para trabajar estrechamente juntos sin pisarse los pies demasiado.

Mi tarea es ayudar a encontrar e identificar moluscos en las muestras de fondo marino, registrar su ubicación, la fecha y la profundidad y ayudar a descubrir animales y vegetación en el paisaje lunar del turbio fondo marino del Mar del Norte. Hoy: 1020 mBar, 16,5ºC, buen tiempo, soleado y el mar tan a menudo tormentoso se encuentra en calma y pacífico. Se agradece mucho y aprovechamos las condiciones para disfrutar de muchas vistas del fondo a través de la cámara submarina por control remoto y el uso de una draga Van-Veen que recupera muestras a cualquier profundidad. La región es relativamente poco profunda: un máximo de 30-70 metros en las partes oriental, central y meridional, en las que vamos a investigar. Hay mucho cieno para explorar y yo soy el “hombre de barro” a bordo.