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agosto 19, 2010

En las tripas de la bestia

BY: Xavier Pastor

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© OCEANA / Eduardo Sorensen

 

Hoy hemos pasado navegando todo el día, alrededor del delta del Mississippi, para llegar a Grand Isle, en Louisiana, en la parte occidental de la desembocadura de este río emblemático. El Mississippi, que da vida, historia, música y literatura, ha sido al mismo tiempo, y durante demasiadas décadas, la cloaca de una gran zona de los Estados Unidos, de norte a sur.  Ahora, además, su delta ha sido atacado desde el mar por el petróleo vertido por BP. Desde el inicio de la noche pasada,  y mientras nos acercábamos a la parte oriental del delta, empezaron a aparecer en el radar del Oceana Latitude decenas de puntos que fueron convirtiéndose después en centenares de ecos en la pantalla. Cada uno de ellos correspondía a una plataforma petrolífera. En muchos casos, se podía observar en el cielo el reflejo de las llamas de las instalaciones que quemaban sus gases de combustión. Algunas de las mismas parecían un hotel flotante, con un gran despliegue lumínico. A medida que amaneció, fuimos comprobando cómo estábamos navegando entre centenares de las hermanas de la Deep Sea Horizon.  Llegamos a pasar a menos de cinco millas de la ubicación de la plataforma destruida. Ello le hace a uno reflexionar que lo que debe sorprender no es que se haya producido una catástrofe en la plataforma de BP. Lo extraño es que en los últimos años no se haya producido un drama similar en cualquiera de las miles de plataformas que la rodean. Es, simplemente, como una siniestra lotería. Tenía que pasar, como ocurrió en la plataforma mexicana IXTOC en 1979. Y volverá a ocurrir. En el golfo de México, en Alaska, en Belice, en el Mediterráneo,… donde vuelvan a darse una serie de circunstancias. Pienso que sería muy interesante que quienes se oponen a los aerogeneradores marinos porque, según ellos,  “afean el paisaje” y “molestan a los pescadores”, pero quieren continuar disponiendo de electrodomésticos y trasladándose en automóviles,  estuviesen hoy aquí y nos dijesen que opinan al respecto de lo que nosotros estamos viendo.

Durante la navegación de anoche pudimos ver y fotografiar, por cierto, a varios barcos de arrastre de gamba en la zona todavía prohibida a la pesca. Dada la distancia y la oscuridad, no pudimos constatar si los pesqueros tenían las redes en el agua, pero es legítimo preguntarse qué hacen en medio de la noche barcos de pesca en medio de la amplia prohibida.