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mayo 17, 2006

De fotografía en fotografía: Documentando la Expedición 2006 del Ranger

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Me encontré a bordo del Oceana Ranger tras un vuelo desde Bruselas y un tren de Milán a Santa Margherita, Italia. Aquí estoy, no como científico ni defensor, sino como fotógrafo y documentalista, para complementar a nuestro equipo de fotógrafos y camarógrafos submarinos, bien seco en la cubierta.

En Washington, D. C., donde vivo y trabajo, suelo captar un lado diferente de Oceana. Me ocupo de grabar a nuestro personal mientras impulsan el movimiento internacional de Oceana para proteger los océanos por medio de las políticas, la acción directa y otros medios de comunicación.

Me siento muy privilegiado por haber sido invitado a formar parte de la tripulación en la expedición de este año. El Ranger es un lugar único. Su tripulación es internacional, multilingüe y hay de todo, desde un cocinero hasta el capitán, pasando por un camarógrafo submarino y un director de campaña. Yo capto los sucesos en cámara y vídeo según se desarrollan: mientras el resto de la tripulación se prepara para una inmersión o una comida o mientras bucean por el Mediterráneo.

No soy submarinista, ni científico. Soy artista, documentalista. De momento, lo que sé de nuestros océanos es producto de mis experiencias trabajando con Oceana. Soy un ejemplo de lo que es para alguien ver los corales y otros seres marinos que estamos capturando, mirar con los ojos abiertos, asimilarlos, entenderlos y comenzar a darme cuenta de lo que ocurre más allá de mi reflexión.

Al no poder ver ni experimentar la vida marina de primera mano a todos, no solo a mí mismo, nos cuesta entender las consecuencias del impacto que ejerce el ser humano en los océanos, un impacto global que no se diferencia de los demás. Pero ver las hermosas imágenes submarinas que consigue la tripulación del Ranger es una experiencia por sí sola. Contrastarlas con imágenes del fondo del mar después de que un barco de arrastre haya pasado por la zona, destruyendo de forma indiscriminada los frágiles corales me deja sin aliento y sin dar crédito a esa destrucción innecesaria. Ver y entender estas dos experiencias que contrastan tanto me da perspectiva, me motiva y me hace entender que debo pasar a la acción. Ahora veo, incluso más que antes, la importancia de mostrar, visualmente, lo que está ocurriendo en nuestros océanos debido a la pesca destructiva, la contaminación y otros impactos humanos.

Solo puedo trabajar todo lo posible y esperar que el papel que desempeño para salvar los océanos de nosotros mismos esté teniendo un impacto positivo en la salud futura de nuestro mayor recurso. Espero que todos sientan el impulso de convertirse en un wavemaker (activista) de Oceana y se unan a nosotros para ayudarnos a salvar los océanos del mundo.