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mayo 26, 2014

Salvar los océanos, alimentar el mundo: Alexandra Cousteau se une a la lucha

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© OCEANA

 

La semana pasada, Alexandra Cousteau, asesora de Oceana y nieta del afamado oceanógrafo Jacques Cousteau, habló en distintos foros en España para explicar cómo podemos salvar los océanos y alimentar al mundo. Es un mensaje que debemos compartir con cualquiera que desee escuchar (y muchos que aún se niegan a ello).

Hay 7.000 millones de personas en el planeta y la ONU estima que la cifra alcanzará los 9.000 millones en 2050.

¿Qué fuente animal no requiere agua dulce, produce poco dióxido de carbono, no utiliza tierra cultivable y proporciona una proteína saludable a menor coste por kilo que la ternera, el pollo, el cordero o el cerdo, haciéndola así asequible a las personas desfavorecidas?

El pescado salvaje.

Alrededor de 1.000 millones de personas, muchas de ellas pobres, ya dependen del pescado como principal fuente de proteína animal. Pero si queremos continuar alimentando una población en crecimiento, primero tendremos que salvar los océanos.

Los stocks mundiales de pescado han ido decayendo desde los 80, y el 90% de los grandes depredadores han desaparecido. La flota mundial es 2,5 veces mayor de lo debido para pescar de forma sostenible y el 90% de los stocks mundiales de pescado están completamente explotados, sobreexplotados o agotados.

Oceana – How Saving the Oceans Can Feed the World from Market Road Films on Vimeo.

 

Así que ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos reparar los daños causados  y contribuir a alimentar a millones de personas? Debemos actuar. Si esperamos demasiado, las pérdidas pueden ser irreversibles, pero si lo hacemos  a tiempo, los océanos tienen una enorme capacidad de respuesta.

Hay una fórmula muy simple para el éxito, y es la que hemos estado impulsando desde que empezamos a trabajar en Europa hace una década:

  • Establecer límites de capturas responsables basados en las recomendaciones científicas.
  • Reducir las capturas accidentales.
  • Proteger hábitats marinos importantes.

Lo mejor de todo es que una cantidad considerable de capturas corresponde a aguas europeas y flota europea, de modo que si podemos cambiar las cosas aquí, se produciría un efecto dominó. La reforma de la Política Pesquera Común ha sido un paso en la buena dirección, pero el trabajo no ha acabado.

La protección medioambiental no es incompatible con la lucha contra el hambre; al contrario, está más estrechamente relacionado de lo que mucha gente admitiría. Pero si nuestro objetivo es maximizar los beneficios, solo tendremos pan para hoy y hambre para mañana. Es hora de mirar al largo plazo.