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mayo 13, 2013

Deslizándose hacia un pacto por la pesca

© WWF European Policy Office

 

Los ministros de Pesca de la UE se reúnen hoy y mañana (13 y 14 de mayo) en Bruselas, en un encuentro que situará la reforma de la Política Pesquera Común en el umbral de dar un paso decisivo.

La situación es la siguiente: el 6 de febrero, una abrumadora mayoría de europarlamentarios apoyó la ambiciosa reforma presentada por la ponente del proyecto, la eurodiputada alemana de centro-izquierda Ulrike Rodust. En concreto, respaldaron asegurar la recuperación de los stocks más allá de niveles sostenibles y poner fin a la derrochadora práctica de descartar pescado no deseado, que puede representar hasta el 80% de las capturas en algunas pesquerías.

Dos semanas más tarde, los Estados miembros concluyeron su propia postura. Pero su texto hace los mínimos cambios posibles en el actual modo de gestionar las pesquerías y pospone la implementación de la totalidad de las medidas más urgentes para recuperar los stocks.

Desde entonces, las dos instituciones han mantenido con la Comisión Europea conversaciones a tres bandas en las que el Parlamento (liderado por Rodust) y el Consejo (liderado por el ministro irlandés Simon Coveney) repasan sus respectivas posiciones, artículo por artículo, y tratan de acercar posturas.

Lamentablemente, estas reuniones no han sido muy fructíferas, ya que Coveney solo podía negociar dentro de los límites del enfoque general de febrero.

La reunión de hoy trata de dar un nuevo mandato a la presidencia irlandesa para seguir negociando con el Parlamento en nombre de los Estados Miembros, y posiblemente llegar a un acuerdo antes de que acabe junio sobre los elementos críticos y más controvertidos de la reforma: el objetivo de recuperar los stocks, la prohibición de los descartes, la gestión de la sobrecapacidad pesquera y la regionalización.

Estos cuatro elementos son el corazón de la reforma.

La anterior PPC no logró una explotación sostenible de los stocks pesqueros, hasta el punto de que la mitad de los atlánticos y más de tres cuartos de los stocks mediterráneos siguen registrando sobrepesca.

Esto ha conllevado pérdidas de empleo y un enorme gasto de dinero público para compensarlas, y ha acabado en mala gestión. Al mismo tiempo, la falta de selectividad de las prácticas pesqueras genera descartes, es decir, todos los años se capturan y desechan por la borda millones de toneladas de pescado.

Una miríada de resultados potenciales

Hay varios finales de partida posibles, que a grandes rasgos se bifurcan en dos tipos de resultados: si el Consejo de Ministros no valida un nuevo mandato, quiere decir que se aferran al enfoque general que acordaron en febrero y simplemente se lo reenvían al Parlamento para iniciar la segunda lectura.

Si esto ocurre, significa que las conversaciones a tres bandas han fracasado.

Una segunda posibilidad es que el Consejo acceda a dar un nuevo mandato. Pero en estos momentos es imposible saber el alcance de este: puede ir desde levemente mejor que el enfoque general de febrero (y ser muy malo)  hasta mucho mejor.

Una oportunidad de última hora

Mañana se levantará el telón de uno de los últimos actos de la reforma de la PPC, un proceso que comenzó hace casi cuatro años, cuando la Comisión Europea publicó su libro verde y reconoció el fracaso de la política actual.

Aunque el resultado aún es incierto, puede que pronto vea la luz.

En juego está el futuro de las pesquerías y los pescadores europeos. Pero también qué clase de Unión Europea queremos.

Los Estados Miembros han estado al timón de la política pesquera desde el comienzo de la UE y han sido incapaces de detener la sobreexplotación de los recursos marinos de Europa y defender así los intereses del público en general.

Con esta reforma, por primera vez deben trabajar con un nuevo socio en igualdad de condiciones: el Parlamento Europeo. Este no tiene la misma trayectoria de años de mala gestión, es más transparente y goza de mayor legitimidad.

Desde el principio, el Parlamento se ha adueñado de la reforma y ha mostrado su determinación de alcanzar un buen resultado al dar apoyo masivo al informe de Rodust y reiterar su compromiso en una serie de importantes votaciones posteriores a aquella. Los eurodiputados desean una buena reforma y tienen derecho a pedir a los Estados Miembros que avancen para reunirse con ellos a la mitad del camino.